Radiografía de Agroseguro y el seguro agrario en España: pilares fundamentales para la agricultura y la ganadería
Aitor Moriyón - Departamento de Comunicación
Jéssica Hernández - Departamento de Comunicación
Agroseguro
Realizar una radiografía de la realidad de una empresa resulta harto complicado a medida que su dimensión crece año tras año y cuanto más crecen sus magnitudes, más lo hace también su impacto en la sociedad. Además, en Agroseguro podríamos afirmar que ese impacto redunda de múltiples maneras, porque el objeto de nuestro aseguramiento –las producciones agrícolas y ganaderas– es fundamental para la supervivencia de la mayor parte de los pueblos españoles y para la alimentación de todos nosotros, vivamos en pleno medio rural o en el centro de las ciudades . Todo ello sin olvidar el impacto en el asentamiento rural, la economía, el empleo y la balanza comercial del Estado.
La decisión de contratar una póliza de seguro agrario supone una reflexión estratégica sobre el nivel de exposición a los riesgos, una planificación financiera a largo plazo y una apuesta por la protección del futuro. En efecto, los agricultores y ganaderos no son solo productores: son empresarios que gestionan incertidumbres y toman decisiones clave para la sostenibilidad de su actividad.
En este contexto, el seguro agrario es una política de Estado, basada en un modelo público-privado que ha demostrado ser un éxito nacional y una referencia internacional. Su existencia garantiza la estabilidad, continuidad y resiliencia del sector primario, protegiendo no solo a los productores, sino también al conjunto del sistema alimentario del país.
El sistema español de Seguros Agrarios Combinados está muy consolidado, con 45 años de historia y trayectoria, con una gestión seria y basada en su estabilidad en el largo plazo. Y aunque sus pilares financieros acusan el impacto de la creciente siniestralidad debido a una realidad climática en pleno cambio, el compromiso de todos sus intervinientes –Agroseguro y las entidades coaseguradoras, las administraciones públicas y las organizaciones agrarias y cooperativas– ha sido trabajar y aportar ideas y mejoras para garantizar su estabilidad futura.
La contratación de seguros agrarios en España ha superado los 17 millones de pólizas a lo largo de sus 45 años de historia. Ha demostrado un crecimiento continuo, superando la barrera de las 400.000 pólizas contratadas en sus máximos anuales. Actualmente, la concentración sectorial que también vive el campo ha rebajado el número de contratos de seguros que se firman cada año hasta la horquilla de las 300.000-400.000 pólizas anuales. Un reajuste que no ha evitado en absoluto que Agroseguro y el seguro agrario marquen constantes récords en el aseguramiento. De hecho, en 2024, las primas emitidas superaron los 1.000 millones de euros por segundo año consecutivo, con un crecimiento del 1 % adicional al notable incremento del 16 % registrado en el 2023, lo que reafirma la confianza creciente del sector en este instrumento de gestión de riesgo.
Si ampliamos la mirada y comparamos la evolución de la prima en los últimos 10 años, el crecimiento alcanza un 53 % respecto a 2015. Por su parte, el capital asegurado batió su máximo histórico en 2024, con un crecimiento del 7 %, hasta alcanzar los 18.160 millones de euros.
En total, el valor de producción asegurada por Agroseguro ha alcanzado récords en 35 de los 45 años de historia del seguro agrario, y en concreto, en la última década, ha mantenido un aumento constante, incrementándose hasta en un 50 % a lo largo de este periodo.

Figura 1. Evolución del recibo de prima Agroseguro 2015-2024.
Fuente: Agroseguro.
Estas cifras constatan una trayectoria de éxito de Agroseguro y de las entidades coaseguradoras, así como del propio sistema español de Seguros Agrarios Combinados y de todos los actores que formamos parte de él, porque entre todos, y durante 45 años, hemos construido una herramienta que, sin duda, puede tener margen de mejora, pero que respalda en gran manera al sector primario y aporta valor al sector asegurador, defiende Pedro Vicente, director de negocio Agro de MAPFRE España. Un incremento que, además, se apoya en el valor que las administraciones públicas otorgan al sistema, aumentando sus aportaciones hasta alcanzar, e incluso superar, los 500 millones de euros, si sumamos la aportación estatal que realiza ENESA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación) y la de las comunidades autónomas.
Pensar que el seguro agrario en España y Agroseguro se encuentran cerca de alcanzar su propio techo es erróneo, ya que, aunque la implantación del seguro alcanza niveles altos en producciones como los frutales (de hueso y de pepita), el caqui, el plátano, la uva de mesa, la uva de vino, los cítricos y los cultivos herbáceos –todos ellos pilares de nuestro sector primario–, aún cuenta con importantes márgenes de mejora en el aseguramiento de las hortalizas (en constante crecimiento), el almendro, el olivar o en los seguros ganaderos de accidentes y enfermedades. Por su parte, la contratación del seguro que compensa los gastos de retirada y destrucción de los animales muertos en las explotaciones supera el 90 % a nivel nacional.
Para Pablo González de Castejón, director general de Seguros Generales Rural, asegurar o no podría ser una opción hace unos años, pero ahora es una cuestión de plena supervivencia empresarial, porque el seguro agrario no solo es una herramienta eficaz, sino que supone un auténtico salvavidas ante un escenario climático muy complicado. Por ello, las posibles tensiones que causa el cambio climático en la estabilidad del sistema español de Seguros Agrarios Combinados es uno de los grandes focos de atención de todos los actores involucrados en la gestión del seguro agrario.
La siniestralidad de los últimos 25 años ha evolucionado de una manera exponencial, como muestra el gráfico presentado a continuación. Mientras la primera década de siglo XXI presentaba ratios de siniestralidad/prima de riesgo dentro del equilibrio técnico, es decir, por debajo del 100 % (87,3 % entre los años 2000-2004 y 95,4 % en el periodo 2005-2009), se puede comprobar cómo, a partir del año 2010, la presencia de ejercicios especialmente severos es rotunda:

Figura 2. Evolución del ratio siniestralidad/prima de riesgo 2000 - 2025.
Fuente: Agroseguro.
En concreto, y en el caso de la última década, solo tres años han cerrado con resultados dentro del equilibrio técnico del seguro. Para el director de Prestaciones de Agroseguro, Santiago Duro, la realidad climática actual se ha convertido en el principal desafío del seguro agrario, con una mayor frecuencia e intensidad de heladas y tormentas de lluvia y pedrisco, pero al mismo tiempo una reducción de los períodos entre sequías, por otra parte cada vez más severas. Precisamente, la falta de precipitaciones ha sido el denominador común de todos los años del actual siglo en los que el seguro agrario ha cerrado con peores resultados (2012, 2017, 2018, 2023). La sequía más severa registrada desde la creación del seguro agrario fue la ocurrida en 2023, con daños en el 60 % de la superficie asegurada total y casi 500 millones de euros en indemnizaciones abonadas solo por este riesgo. La cifra final de siniestralidad de todo el ejercicio marcó un récord histórico y absolutamente extraordinario –1.241 millones de euros–, fruto de una combinación tan grave como paradójica: una profunda y persistente sequía y el omnipresente pedrisco, que tensionaron el equilibrio del seguro agrario y que, paralelamente, han permitido demostrar la altísima capacidad de gestión de Agroseguro.
El sistema español de Seguros Agrarios Combinados solo pudo absorber una cifra de tal magnitud gracias al reaseguro público del Consorcio de Compensación de Seguros, cuya capacidad también es finita. Tras el cierre de 2023, su reserva dedicada al seguro agrario –como también la constituida por las entidades coaseguradoras– cerró en una situación muy inferior a la deseada. Según el director general de Agroseguro, Sergio de Andrés, aunque el sistema español de seguros agrarios está muy consolidado, sus pilares financieros –las reservas y el reaseguro– acusan el impacto de la creciente siniestralidad derivada del cambio climático, por lo que es imperativo adoptar medidas que garanticen la sostenibilidad a largo plazo, reforzando su capacidad de respuesta ante escenarios cada vez más extremos e inciertos.
Por fortuna, y también de forma sorprendente, la siniestralidad del año 2024 fue muy benévola, con un resultado técnico muy positivo que ha permitido reconstituir la reserva de estabilización del negocio. Félix Novoa, director del área Técnica de Agroseguro, recalca que el seguro no es una actividad que pueda basarse en la fortuna, ni podemos confiar en que esto se vaya a reproducir en el futuro inmediato, por lo que también sigue siendo necesario un proceso continuo de adaptación de los productos a la cambiante realidad de las explotaciones y del riesgo. Agroseguro siempre ha basado sus decisiones en el criterio actuarial, en el equilibrio de todo el sistema y de cada una de las líneas de seguro.
Actualmente, buena parte de los esfuerzos técnicos de la Agrupación se enfoca en la individualización de coberturas, porque las realidades de cada asegurado son diferentes, y por ello sus condiciones de aseguramiento también deben serlo. Al mismo tiempo, se trabaja en el análisis continuo y corrección de coberturas inadecuadas, en la aplicación de mejoras en las series históricas y en las coberturas actuales, así como en la incorporación de nuevas garantías, porque el seguro tiene que seguir siendo útil, un aliado del campo y un producto atractivo para el sector asegurador.
Cruz Vallés dirige la oficina territorial de Agroseguro en Aragón y, tras casi 30 años dedicada al seguro agrario, aún se sorprende de la capacidad que tiene la meteorología de complicar la vida al sector primario, especialmente a los agricultores, porque los siniestros graves son implacables e impredecibles. Las sequías son cada vez más agresivas, las heladas no se pueden anticipar y el pedrisco ya no tiene fecha, ya no es exclusivo del verano, porque, como hemos podido ver este 2025, hace acto de presencia en pleno mes de abril, repite casi cada semana y es capaz de arrasar cultivos de pueblos enteros. De hecho, el pedrisco se ha convertido en una preocupación constante, ya que puede descargar con fuerza y destrozar una explotación en cuestión de minutos, o caer un día tras otro durante toda una campaña.
Esa gran incertidumbre del campo es compartida por el coordinador de Agroseguro en Castilla-La Mancha, Javier González, que, tras más de una década como perito, y ahora centrado en la coordinación de la gestión de evaluación de siniestros en la oficina territorial, destaca la resiliencia de los agricultores y ganaderos, que ya no solo dedican gran parte del tiempo a mirar el cultivo o a su árbol, sino también hacia arriba, al cielo, y a las apps de información meteorológica. Una opinión que refuerza Ramón Nadal, director técnico de Caser-Grupo Helvetia: el seguro agrario constituye una herramienta fundamental para quienes desarrollan su actividad profesional al aire libre, expuestos a los riesgos inherentes a las condiciones climáticas. No debe considerarse un gasto, sino una inversión estratégica orientada a garantizar la estabilidad y continuidad de la actividad agropecuaria. En este sentido, su contratación debe integrarse plenamente en la planificación empresarial de agricultores y ganaderos profesionales, quienes, al igual que cualquier otro emprendedor, tienen la responsabilidad de proteger su medio de vida. La experiencia demuestra que el seguro agrario representa, en la mayoría de los casos, la opción más eficaz para mitigar los efectos de la incertidumbre.
El valor social del seguro agrario es innegable, ya que se ha convertido en un aliado imprescindible para garantizar la continuidad de la actividad agrícola, que es fuente de alimentación y empleo y es fundamental para vertebrar el medio rural. Además, es motivo de prestigio para España, ya que el seguro agrario español es uno de los más desarrollados del mundo y un auténtico referente internacional por su modelo público-privado, sus amplias coberturas y el desarrollo conseguido. El seguro agrario español ocupa el primer lugar en el ámbito europeo en cuanto a volumen de primas (25 % del total), oferta de productos, nivel de cobertura y riesgos cubiertos, y el tercero a nivel mundial, recalca Elsa Sánchez, responsable del Servicio de Estrategia y Gobierno Corporativo y coordinadora de la actividad internacional de Agroseguro.
Por ello, es constante la recepción de delegaciones internacionales y la activa participación de Agroseguro en proyectos de consultoría internacional o en asociaciones internacionales, como la Asociación Internacional de Aseguradores de la Producción Agrícola (AIAG), de la que ostenta actualmente su vicepresidencia, así como la presidencia de su Comité de Expertos de Tasación o la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo del Seguro Agropecuario (ALASA), de cuya Junta Directiva y de su Comisión de Asesoramiento Técnico y Capacitación también forma parte.
Figura 3. La sede de Agroseguro en Madrid.
Fuente: Agroseguro.
Compromiso con la calidad
Agroseguro siempre ha asumido el compromiso de ofrecer la mejor calidad de servicio a las entidades coaseguradoras y sus redes comerciales, así como a los agricultores y ganaderos. Para conocer su opinión, impulsa desde hace una década el Índice de Calidad Percibida, una encuesta de satisfacción que se realiza anualmente entre más de 2.000 agricultores y ganaderos de todos los sectores productivos y regiones través de una consultora externa y especializada en experiencia cliente. La encuesta persigue evaluar aspectos concretos del seguro, como la cobertura o el precio, pero también la atención recibida tras enviar el parte de siniestro, la cuantía de la indemnización o la rapidez en el cobro.
Entre los principales resultados de esta encuesta se encuentra la nota media global que los clientes otorgan al seguro agrario y a Agroseguro, y que desde el año 2020 siempre ha estado por encima del 7 sobre 10, confirmando el alto nivel de satisfacción entre los agricultores y ganaderos con su póliza de seguro agrario, así como con la gestión que realiza la Agrupación. Además, en 2024 –último índice realizado– los clientes han destacado muy positivamente algunos aspectos de gestión, como la rapidez en el pago de indemnizaciones (8,05) o la calidad de la información proporcionada (8,68), especialmente la recibida a través del servicio de atención telefónica y de la página web de la Agrupación.
La gran fidelidad que los agricultores y ganaderos mantienen con el seguro agrario refuerza los datos del Índice de Calidad Percibida 2024. De hecho, el estudio concluye que el 85 % de los agricultores y ganaderos encuestados muestran su intención de renovar su póliza de seguro agrario en la próxima campaña, un porcentaje que siempre se ha mantenido en cifras muy elevadas. Por otra parte, el índice NPS (Net Promoter Score) se ha situado en un ratio +20 durante 2024. Este sistema, conocido a nivel internacional, sirve como indicador para medir la recomendación del cliente.
Además, y con el objetivo de analizar la respuesta del seguro agrario ante la terrible DANA registrada en Valencia en 2024, Agroseguro incluyó un apartado específico para conocer la valoración de los agricultores valencianos afectados, con la participación de clientes procedentes de una treintena de municipios de la conocida como «zona cero». La nota media otorgada al seguro agrario ha sido de un 7,38, destacando especialmente la valoración de la rapidez de cobro tras sufrir el siniestro (8,90), así como su altísima intención de renovar su póliza (90 %) en la próxima campaña. Los resultados han supuesto, sin duda, un orgullo para todo el equipo de Agroseguro, que ha estado implicado al máximo de su capacidad en la gestión de la DANA para poder apoyar al sector primario valenciano a comenzar de nuevo, a juicio de Sergio de Andrés, director general de Agroseguro.
En el caso de las producciones agrícolas, esta DANA provocó siniestros por lluvia, inundación, pedrisco y viento en más de 53.000 parcelas aseguradas, repartidas en 29.000 hectáreas, principalmente de cítricos y caqui, con un volumen de indemnizaciones próximo a 53 millones de euros, una cifra muy elevada para un evento meteorológico que apenas duró unas pocas horas.
La tarea realizada para la evaluación de daños ha sido uno de los despliegues más complicados en los 45 años de historia del seguro agrario, por las enormes dificultades logísticas que presentó para poder desplazarnos por las zonas afectadas, contactar con los asegurados damnificados, coordinar correctamente a 138 peritos llegados de toda España…, como recuerda Manuel González Corral, director territorial de Agroseguro en Levante.
Precisamente, dos entidades coaseguradoras tienen su sede social en la Comunidad Valenciana, ambas, además, con vinculación con organizaciones de productores. Para Rafael Sarrión, director general de Agropelayo, el seguro agrario ha demostrado que tiene sensibilidad, capacidad y sentido. Podemos buscar áreas de mejora, y seguro que las encontraríamos, pero es una herramienta a defender, porque otorga seguridad a los agricultores y ganaderos y, en el caso de la DANA, se ha reivindicado como un sistema de seguros agrarios que funciona rápido y de manera eficaz. Precisamente, esa celeridad en la gestión, sin apenas burocracia, ha sido fundamental para Celestino Recatalá, agricultor y presidente de Mutua Arrocera de Seguros, porque un agricultor o ganadero necesita certezas tras un siniestro, que el perito acuda en el menor tiempo posible, que la calidad de la tasación sea la adecuada y que el pago de la indemnización se realice sin esperas, aspectos que en el seguro agrario hemos cumplido a la perfección tras la DANA.
La velocidad de pago tras un siniestro es un aspecto de gestión que ha centrado muchos esfuerzos en los últimos años. Aunque la Ley 50/1980, de Contrato de Seguro, establece que el asegurador deberá efectuar, dentro de los cuarenta días, a partir de la recepción de la declaración del siniestro, el pago del importe mínimo de lo que el asegurador pueda deber, Agroseguro ha rebajado ese plazo medio de pago por debajo de 30 días desde el año 2022, incluso situándolo en el pasado ejercicio en los 25 días en el caso de los siniestros agrícolas y en los 26 días en los siniestros pecuarios.
El conocimiento y la innovación
Para cumplir con este compromiso con el asegurado, ha sido clave la gran velocidad de digitalización de la Agrupación en los últimos años. Y no era tarea sencilla –como recuerda Manuel Rodríguez, su director de Tecnología y Procesos–, porque teníamos el reto de acompasar tres ritmos: el del sector asegurador, el de las administraciones públicas y el del campo, cada uno con sus prioridades y objetivos, y todo ello aunarlo con nuestra propia estrategia de negocio y con los procesos e innovaciones que sabíamos que eran fundamentales para hacer crecer a Agroseguro.
Un buen ejemplo de la dimensión tecnológica de la compañía son sus servicios web, que gestionan la entrada de pólizas de 45 líneas de seguro agrario –y un número mucho más elevado de productos– desde 16 compañías aseguradoras diferentes, y que aplican, al mismo tiempo, toda la reglamentación de la contratación y calculan la subvención que corresponde a cada asegurado, tanto la estatal que concede la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA) como las autonómicas que otorgan 15 comunidades autónomas y una diputación provincial, y que se descuentan en el momento de la contratación de manera automática, en virtud de los convenios firmados entre las diferentes administraciones públicas y la Agrupación. Las entidades coaseguradoras y nuestra red comercial valoramos el alto nivel de eficacia tecnológica que ha desarrollado el seguro agrario, y que no deja de redundar en beneficio de todos, incluidas las redes de mediación y nuestros clientes, recalca Agustín de la Cuerda, director general de Allianz Commercial para Iberia.
Un ejemplo de gestión altamente compleja que se asienta en la imparable inversión en tecnología, formación y profesionales realizada en los últimos años. Actualmente, 273 personas formamos parte de Agroseguro, con un crecimiento tranquilo pero firme en personal, indica Nerea García, directora de Personas y Finanzas, que a continuación destaca el principal reto de su área: estamos en un momento crucial de cambio generacional y de evolución de la cultura corporativa, porque toda una generación que se incorporó a la entidad en los años 80 y 90 está jubilándose o muy próxima a la jubilación. Por eso, la transmisión de conocimiento a las generaciones más jóvenes de la plantilla y su combinación con las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, están abriendo nuevos caminos y posibilidades de desarrollo de negocio.
El actual contexto no es sencillo, pero ya tenemos 45 años de experiencia, resume Sergio de Andrés, su director general. A la realidad climática actual se le suman las tensiones económicas, la geopolítica o los conflictos internacionales, que no afectan directamente a Agroseguro, pero sí a sus clientes y también a las administraciones públicas, que forman parte del ADN de todo el sistema de seguros agrarios. Pero no pierde el optimismo por el presente y por el futuro: Agroseguro está en el momento de negocio más alto de su historia, con crecimiento constante de primas y capitales asegurados, contamos con la confianza de los clientes, las entidades aseguradoras y las administraciones públicas, y con una plantilla audaz y cualificada. Todos estamos plenamente comprometidos con el futuro del seguro agrario.
El sistema español de Seguros Agrarios Combinados está muy consolidado, con 45 años de historia y trayectoria, con una gestión seria y basada en su estabilidad en el largo plazo. Y aunque sus pilares financieros acusan el impacto de la creciente siniestralidad debido a una realidad climática en pleno cambio, el compromiso de todos sus intervinientes –Agroseguro y las entidades coaseguradoras, las administraciones públicas y las organizaciones agrarias y cooperativas– ha sido trabajar y aportar ideas y mejoras para garantizar su estabilidad futura.